Tomar clases de educación para adultos se relaciona con un menor riesgo de demencia en la vida posterior
Tomar clases de educación para adultos reduce el riesgo de demencia

- La educación para adultos está relacionada con un menor riesgo de demencia en un nuevo estudio.
- El estudio encuentra que las personas que tomaron clases de educación para adultos tenían un 19% menos de probabilidades de desarrollar demencia más adelante.
- Los expertos aconsejan que la acción más importante en general es mantener un estilo de vida saludable que ayude a mantener el cuerpo y la mente en forma.
Las personas que tomaron clases de educación para adultos en la mediana y tercera edad tienen menos probabilidades de desarrollar demencia o experimentar deterioro cognitivo más adelante en la vida, según un nuevo estudio de la Universidad de Tohoku en Senda, Japón.
Los individuos que participaron en clases de educación para adultos al inicio del estudio tenían un 19% menos de riesgo de demencia cinco años después.
El autor del estudio analizó los datos de 282,421 personas que se habían inscrito en el Biobanco del Reino Unido entre 2006 y 2010. En el momento de la inscripción, tenían entre 40 y 69 años y se les siguió durante 7 años para los propósitos de este estudio.
El Biobanco del Reino Unido contiene información médica y de salud e información genética de cada individuo inscrito, lo que permitió a los autores del estudio actual evaluar su probabilidad de desarrollar demencia.
El estudio encontró que si bien las clases de educación para adultos estaban asociadas con la preservación de la inteligencia fluida, no había efecto protector en la memoria visoespacial ni en el tiempo de reacción.
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Como estudio observacional, los autores no establecen una conexión causal entre la educación para adultos y un menor riesgo de demencia, sino simplemente una asociación entre ambos.
El estudio se publica en Frontiers in Aging Neuroscience.
Cómo la educación para adultos puede ayudar a prevenir la demencia
Basándose en una población que abarca 29 años de edad, no está claro si hay una edad en la que el beneficio protector de la educación para adultos comienza.
“Nuestro estudio no puede indicar esto”, dijo el primer autor, el Dr. Hikaru Takeuchi, a Medical News Today. Tampoco se sigue si dicha educación continuó para los participantes durante el período del estudio y “la participación en la educación para adultos solo se evalúa al inicio”, señaló el Dr. Takeuchi.
La Dra. Dorina Cadar, profesora titular de epidemiología cognitiva y demencia en la Escuela Médica de Brighton y Sussex en el Reino Unido, que no participó en el estudio, dijo que aún no está claro cómo la educación para adultos puede afectar el riesgo de demencia.
Sin embargo, sugirió que “la educación para adultos puede aumentar la reserva cognitiva, que es la capacidad del cerebro para hacer frente a daños o deterioro mediante el uso de estrategias alternativas, redes cerebrales o vías”.
“La educación puede estimular la plasticidad cerebral, que es la capacidad del cerebro para adaptarse y reorganizarse en respuesta a nuevas experiencias o desafíos”, dijo la Dra. Cadar.
¿Qué es la reserva cognitiva?
La Dra. Cadar señaló que “la reserva cognitiva es un concepto abstracto que no se puede medir directamente, pero se infiere a través de una variedad de medidas proxy”.
Esas medidas proxy incluyen el volumen cerebral, el perímetro craneal, el recuento sináptico y la ramificación dendrítica.
También es el caso, según la Dra. Cadar, que “las variables descriptivas de la experiencia de vida se utilizan comúnmente como proxies de la reserva cognitiva. Estas incluyen medidas del estatus socioeconómico, como los ingresos o el logro ocupacional, el nivel educativo y la actividad de ocio”.
Inteligencia fluida, memoria visoespacial y tiempo de reacción
El efecto principal asociado a la educación para adultos en el nuevo estudio fue en la inteligencia fluida, uno de varios estándares mediante los cuales se puede medir el rendimiento cognitivo.
La inteligencia fluida fue descrita por primera vez por Raymond B. Cattell en 1943 como “la capacidad para razonar, resolver problemas novedosos e identificar patrones”.
La Dra. Cadar agregó que también implica la capacidad de “pensar de manera flexible, aprender nueva información, identificar reglas, pensar abstractamente y resolver problemas en situaciones novedosas”.
La memoria visoespacial, en la que la educación para adultos no tuvo efecto, es el tipo de memoria que recuerda dónde están los objetos y su relación entre sí. El tiempo de reacción es la velocidad a la que una persona responde a estímulos.
La Dra. Cadar cuestionó si la preservación de la memoria fluida dice mucho sobre la prevención de la demencia.
“Una persona con demencia y razonamiento fluido intacto aún puede aprender nuevas habilidades o nueva información […], adaptarse a situaciones cambiantes y reconocer relaciones entre conceptos”, señaló.
“El razonamiento fluido puede verse afectado por la demencia, pero no es el único aspecto de la cognición que es importante para el funcionamiento diario. Una persona con demencia aún puede tener dificultades con la memoria, el lenguaje, el juicio y otros procesos mentales”, señaló el Dr. Cadar.
Educación como un proxy para el estatus socioeconómico
El Dr. Cadar señaló que “[e]n algunas poblaciones, el grado de alfabetización podría ser un mejor indicador de [reserva cognitiva] que el número de años de educación formal, ya que es una medida más directa del logro educativo”.
“La mayoría de nosotros apreciamos la noción de libre albedrío y elección, pero las condiciones en las que vivimos y envejecemos están limitadas por determinantes socioeconómicos, que no operan de forma aislada. Más bien, están intrincadamente entrelazados de forma dinámica y se refuerzan mutuamente”.
– Dr. Dorina Cadar
“En un trabajo reciente que realizamos en University College London financiado por la Sociedad del Alzheimer,” recordó la Dra. Cadar, “demostramos que estar comprometido en actividades cognitivas y sociales de ocio contribuye a un menor riesgo de demencia. Al igual que el ejercicio físico hace maravillas en nuestro cuerpo físico, la mente también necesita entrenamiento.
“La riqueza representa una puerta de acceso a entornos más estimulantes mentalmente, estilos de vida saludables y posiblemente acceso a una mejor atención médica”, señaló el Dr. Cadar.
“La conclusión”, dijo, “es mantener un estilo de vida saludable que incluya ejercicio físico y mental”.
El Dr. Cadar concluyó, “Esperamos que las estrategias de salud pública para la prevención de la demencia se enfoquen en las brechas socioeconómicas para reducir las disparidades en salud y proteger a aquellos que están particularmente en desventaja”.